Protege la piel del frío.
Durante el verano solemos prestar mucha atención a la piel, protegiéndola de los rayos del sol y bebiendo abundante líquido para evitar la deshidratación. Sin embargo, con la llegada del invierno, la piel pasa a ser la gran olvidada, a pesar de que también necesita protección frente al frío. Las bajas temperaturas y el uso de la calefacción en lugares cerrados la resecan y la debilitan, favoreciendo su envejecimiento prematuro.
Las zonas que más sufren los efectos de las bajas temperaturas son aquellas más expuestas, como el rostro y las manos. Para cuidarlas como es debido, conviene que utilicemos cremas hidratantes y con factor de protección solar, sobre todo si practicamos deporte al aire libre. Los labios también son vulnerables al frío y pueden resecarse hasta agrietarse. Hay que evitar humedecerlos con saliva cuando están resecos, pues ese gesto produce una irritación adicional. Un protector labial hidratante les aporta los cuidados necesarios.
Cuidado con el agua caliente: el frío exterior nos anima a entrar en calor al llegar a casa y ducharnos con agua caliente. Sin embargo, hay que tener cuidado con la temperatura del agua, pues los baños excesivamente calientes y prolongados retiran el manto hidrolipídico, la capa natural de protección de la piel. Lo ideal es hacerlo con agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que hacerlo a menudo aumenta la deshidratación de la piel.
Tras la ducha o el baño, es importante aplicar una crema hidratante corporal, prestando especial atención a las zonas más secas, como los codos y las rodillas.
Del mismo modo, conviene evitar, en la medida de lo posible, los cambios bruscos de temperatura, pues aumentan la aparición de pequeños vasos sanguíneos dilatados y antiestéticas rojeces. Tanto en casa como en el trabajo, lo ideal es mantener la calefacción a 20 o 22 ºC.
GALENIKA CONSEJO: Tanto en el verano como en el invierno se fiel a los 3 pilares fundamentales en cuidado de la piel, LIMPIEZA, HIDRATACIÓN Y PROTECCIÓN.
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